Angélica Pereyra, de 69 años, padece Alzheimer desde hace ya tres y, de la mano de esta enfermedad, sus médicos le han detectado la presencia de un cuadro amnésico progresivo para el cual no hay cura.
Angélica siempre fue una mujer activa, de esas obsesionadas por el trabajo y la familia, sin embargo todo aquello ya es ajeno a ella. Para Héctor, su esposo, y sus hijos, a los que Angélica ya no reconoce, la vida ya no es la misma desde hace algunos años. Pero el amor es siempre más fuerte y, hasta ahora, la mejor cura. Día a día, la familia lucha para que Angélica sea feliz, y más allá de la tristeza emerge la esperanza de que se descubra la cura para esta enfermedad.
La memoria y sus alteraciones constituyen sin duda uno de los fenómenos que más asombro provocan en la ciencia y la medicina. Es tan complejo el funcionamiento del sistema nervioso, con su gran “red de circuitos” no regenerativa, que cualquier daño en él puede provocar importantes trastornos y alterar su funcionamiento para siempre.
La incapacidad para retener conceptos nuevos y recordar información almacenada con anterioridad es conocida como amnesia o pérdida de la memoria. Esta enfermedad, que se asocia comúnmente a los traumatismos de cráneo, también se origina por ingesta excesiva de drogas y alcohol, bloqueo de vasos sanguíneos (trombosis), histeria luego de una emoción fuerte o por alguna demencia senil propia de enfermedades como el Alzheimer. Todas estas causas, de una manera u otra, provocan una desconexión o falta de funcionamiento en los complicados circuitos neuronales de los que se basa el proceso de memoria.
La amnesia puede presentarse a cualquier edad, pero se observa que los casos son mucho más recurrentes en personas mayores de 65 años. Esto ocurre ya que el envejecimiento viene unido muchas veces al progreso de enfermedades de carácter degenerativo del cerebro que provocan desorientación y “lagunas de memoria”. Sin embargo, las personas de edad avanzada que sufren pérdida de memoria, suelen mantener intactas sus otras funciones intelectuales, como juicio, razonamiento y cálculo. Si bien esto puede resultarnos paradójico, nos ayuda a comprender el alto grado de complejidad de esta enfermedad.
Tipos de amnesia y diagnóstico
El estudio científico ha permitido distinguir y explicar ocho tipos de amnesia. Mientras que la retrógrada se basa en la dificultad del amnésico para recordar sucesos que ocurrieron antes a la radicación de la enfermedad; la anterógrada, tiene como dificultad el almacenamiento de los nuevos recuerdos “post trauma”; y la global agrupa a los síntomas de las dos anteriores.
Por su parte, la específica, alude a una vía sensorial que debió guardar la información; por ejemplo, la discapacidad para distinguir un aroma, directamente relacionado con el sentido del olfato, mientras que no existe problema para recordar un hecho visual, táctil o auditivo. La transitoria surge tras una lesión en la cabeza y desaparece gradualmente en función del daño causado. Este tipo es muy común en los accidentes automovilísticos de carácter leve, donde los ocupantes muchas veces no recuerdan lo sucedido justo antes del accidente.
Entre los mayores, es muy común tanto la amnesia senil como la progresiva. La primera es la pérdida de la memoria benigna, natural y propia del paso del tiempo; la segunda, en cambio, muestra un crecimiento paulatino de esa pérdida que se vincula con el progreso de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Por último, la amnesia simulada, se caracteriza por la alteración reconocible de los recuerdos recientes y lejanos; en estos casos, muchas veces la persona se pregunta quién es.
Para el diagnóstico de la amnesia, los doctores deben focalizarse en la historia clínica del paciente. Asimismo, se toman una serie de análisis como los de perfil tiroideo, niveles de vitamina B12 y Estudio de imagen del cerebro. En cuanto al tratamiento, se encuentra atado a la causa que haya originado la amnesia y al grado de daño cerebral que esta haya provocado en la persona. En la mayoría de los casos con amnesias súbitas (por ejemplo, post traumática en accidentes), el paciente mejora con el paso de las horas. Sin embargo, para aquel que no evoluciona favorablemente con el paso de los días o aquel cuya amnesia es progresiva, no se han encontrado en la actualidad tratamientos que reviertan su situación.
Investigaciones en curso
Un reciente estudio sobre las complejas asociaciones neuronales del proceso de memoria realizado por el doctor Joaquín Fuster, de la Universidad de Psiquiatría de California, permitió descifrar los mecanismos de memoria y sus trastornos. Tras experimentar con simios macacos, el Dr. Fuster logró confirmar sus hipótesis y concluyó: “En el cerebro se forman placas proteicas que obstruyen la comunicación interneuronal; además, es común que se desarrollen fibrillas intracelulares que producen degeneración de las neuronas. Así, su funcionamiento se ve alterado y se bloquea la transmisión de impulsos (sinapsis), provocando finalmente la pérdida de memoria reciente”. El académico también afirmó que estos trastornos no son casuales, sino más bien producto de la predisposición genética. Por esto último, cree que enfermedades como la amnesia, el Alzheimer y el Parkinson podrán desaparecer en un futuro relativamente cercano teniendo en cuenta las alentadoras investigaciones del Genoma Humano, que permiten la identificación de los genes implicados en este tipo de padecimientos.
Mientras tanto continúa la espera del día en que la amnesia deje de ser esa materia pendiente, que pueda ser combatida y, más aún, prevenida; y que tanto Angélica como tantas otras personas recuperen su memoria y vuelvan a llenar el vacío y desasosiego que dejaron en sus vidas y en las de sus familiares. Porque la amnesia es una materia absurda, vacía de sentido, que sólo enseña tristeza, angustia e impotencia. Simplemente, no es digna de ser.
Fuente: ABCciencia